La frustración al tocar el bajo eléctrico llegó a mi vida, en un momento en el que se desencadenaron varias circunstancias que me impidieron acudir a tres clases seguidas. Cuando le abrí esta emoción de la frustración a Mario, mi profesor de bajo eléctrico, me explicó que era completamente normal y que él mismo tras muchos años dedicado al aprendizaje lo seguía experimentando a veces. Más abajo amplío más todo esto unido a reflexiones importantes.
Desde luego he creído que la suerte cósmica no estaba de mi lado para aprender a tocar el bajo eléctrico, me explico: hace unas pocas semanas mi hija se puso malita de la noche a la mañana -literal- y tuvo que ser ingresada de urgencia de manera inesperada. Estuvo varios días, pasamos mucha angustia los dos primeros pero se quedó en un susto. Obviamente todo esto trastocó vida normalizada, ya que tuvimos que pasar varias noches en el hospital. Mi nena se recuperó bien, ya está perfectamente a pesar del gran susto que fue, y ahora toca ponerse al día de todo lo que habíamos pospuesto mi marido y yo.
Antes de esta situación compleja también habíamos vivido un incidente en casa un tanto curioso que impidió poder acudir a otra clase para aprender a tocar el bajo, y después del ingreso de mi peque estuve enferma... Así que tenía ganas de retomar normalidad por fin y con ello retomar las clases de bajo -y recuperar las clases perdidas por circunstancias imprevistas-. No había podido ni ensayar adecuadamente, ni recibir clases, ni tampoco escribir nada nuevo hasta ahora. Todo formó parte del caldo de cultivo efervescente para complicar mi experiencia inmersiva y con ello potenciar frustración al tocar el bajo llegando a una situación concreta que te cuento más abajo y que ha despertado en mí planteamientos importantes.
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MI PRIMERA CANCIÓN APRENDIDA DESENCADENÓ LA FRUSTRACIÓN AL TOCAR EL BAJO
Fue completamente inesperado aprender la canción de "With or without you" de U2 con el bajo eléctrico en tan poquito tiempo. Esto ocurría a finales de octubre, llevaba muy pocas semanas de clase (desde el 20 de septiembre 2022), y te recuerdo que nunca antes había tocado el bajo eléctrico. Si te soy sincera, aquel día que me dijo mi profe Mario que me iba a enseñar la canción, de nuevo pensé que sería tarea complicada llegar a tocarla, pero una vez más sorpresas y emociones desconocidas afloraron: las descubres leyendo el anterior capítulo Mi primera canción con el bajo eléctrico.
Hasta ahora no había experimentado frustración al tocar el bajo, ni siquiera ante el reto enorme que ha supuesto para mí comenzar la formación sin haber cogido un instrumento en la vida más que la flauta dulce en E.G.B. y E.S.O. -mi quinta inauguró estrenar Secundaria, así que viví el limbo de aquella reforma educativa terminando 6º de E.G.B. y al curso siguiente empezando 1º de la E.S.O. como novedad-. Pero siempre hay una primera vez para todo, y debo confesar que no me gustó la sensación de frustración.
Resulta que la última semana de noviembre pude retomar el ensayo en casa con el bajo eléctrico, y cuando lo cogí para tocar la canción de U2 me había quedado en blanco... Así que me dispuse a repasar la escala ascendente y descendente que me había enseñado Mario al principio de las clases, en septiembre, y resulta que no me acordaba bien de las posiciones de los dedos que hasta antes del parón que te he contado sí efectuaba sin problema... ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué no retenía la información? Me quité el instrumento y respiré profundo. Lo volví a coger y nada...
Me bloqueé completamente, algo inusual en mí -la verdad- porque suelo ser muy resolutiva y hasta en los momentos más jodidos he sabido cómo salir del atolladero. Pero no sé qué me estaba ocurriendo. Fue tal el bloqueo que me eché a llorar mientras mi marido y mi peque me preguntaban qué me pasaba. Les dije que no me acordaba de nada, que me sentía mal, idiota, por no ser capaz de recordar lo que se supone había memorizado e interiorizado bien ensayando horas varios días a la semana.
Me calmaron, de hecho mi peque me decía «mamá, tú puedes, el no puedo no existe», que es una frase que le repetí mucho cuando era más pequeñita y que me sirvió para soltar una sonrisa entrañable mientras nos dábamos un abrazo de consuelo que me supo a gloria. Cuando te reconfortan te relajan, y eso es lo que me ocurrió.
AL FINAL RECONDUCÍ FRUSTRACIÓN
Caí en la cuenta de algo importante: «Mario me enseñó a interpretar tablatura, así que si encuentro la que me facilitó de la canción de U2 podré ubicar las notas de nuevo en los trastes adecuados». Me levanté rápido y fui a por la funda del bajo eléctrico, que tiene un gran bolso exterior donde guardo todo lo relacionado con las clases.
Efectivamente la tablatura estaba allí y cuando me senté con el instrumento ya bien ubicado de nuevo fui buscando cada nota y logré recordar otra vez los movimientos concretos que momentáneamente se habían disipado al completo.
Respiré profundo y probé con el metrónomo a reavivar recuerdos de las posiciones de notas ascendentes y descendentes y todo volvió a aparecer en mi mente, pero ese sentimiento de frustración no lo pude olvidar: ¿cómo habiendo ensayado bastantes horas para conseguir hacer bien los ejercicios ubicando notas, aprendiendo la canción y las escalas se me había podido olvidar todo repentinamente? Y caí en la cuenta de lo frustrante que eso tiene que ser para músic@s...
SIGO ENSAYANDO Y REFLEXIONANDO SOBRE LA IMPORTANCIA DE RELATIVIZAR
He pensado mucho en la importancia que tiene para artistas relativizar momentos complicados en los que tras ensayar no les salga adecuadamente algún movimiento o trozo de interpretación, y cómo debe ser de duro que una persona dedicada a la música tenga que memorizar una cantidad ingente de partituras, diversas piezas musicales en la que cada cual tiene su complejidad: si yo me vi frustrada por no recordar tres cosas contadas que había aprendido, ¿cómo debe vivirse en niveles elevados de alto rendimiento? Hablo desde profesionales con giras hasta bandas emergentes dando conciertos de vez en cuando... ¡La exigencia es brutal! y seguro que la autoexigencia mucho más.
Esta cuestión de frustración en los niveles profesionales se la planteé a Mario y me comentaba abiertamente que es normal sentirse así, que realmente no importaba el volumen de información aprendida porque la sensación es la misma en un caso que en otro: «es difícil asimilar que no te salga algo cuando llevas horas, semanas e incluso meses ensayando y preparando una pieza, y dejas un tiempo de interpretarla hasta que decides repasarla y compruebas que no recuerdas bien movimientos, notas, etc. que habías machacado con ensayo tanto tiempo. Lo he vivido y es tremendo». Esto me explicó y me alivió en cierto modo porque me sentía un tanto avergonzada por haberme bloqueado.
A él le había ocurrido, y ahora mismo está en varios proyectos musicales (Benito Kamelas y Andrea Garcy) más la academia y asuntos profesionales diversos. Su volumen de retención no es comparable al mío ni por asomo pero agradecí que abriera su experiencia porque vivimos en una sociedad en la que parece que no puedes fallar: tienes que estar siempre dándolo todo, y si aún así no puedes con lo que sea parece un fracaso que no salga bien algo o no puedas afrontar la traba.
Pero me he dado cuenta de que la frustración al tocar el bajo lo que me ha permitido es aprender que autoexigirme más de la cuenta solo genera bloqueo, no ayuda, y debe haber un equilibrio en el proceso de aprendizaje que impida sentir fracaso cuando lo has dado todo. Si no sale bien aunque hayas dedicado horas, debes valorar esas horas dedicadas y el esfuerzo dándolo todo. Esto me lo aplico desde ya mismo, y espero que te sirva de algún modo. Sigo ensayando, y me ves en este resumen de 3 meses:
Deseando que llegue la próxima clase. Te contaré todo aquí, te espero. Recuerda que en mi cuenta de TikTok tienes muestras audiovisuales de ensayos que voy haciendo en casa tras las clases y a lo largo de las semanas posteriores. Estoy disfrutando mucho de esta experiencia inmersiva.
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