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 BLOG DISTRITO UVE 

-El blog de los oídos inquietos DESDE 2012, por Vane Balón-

  • Foto del escritorVane Balón

EL METRÓNOMO EN MI SEGUNDA CLASE DE BAJO ELÉCTRICO: CAPÍTULO 2 DIARIO DE BLOGUERA MUSICAL



El metrónomo ha llegado a mi vida y me ha dejado tocada con su particular huella sonora "click clack". El pasado martes 27 de septiembre regresé por segunda vez a clases de bajo eléctrico y te cuento todo lo que aprendí en este segundo capítulo semanal a modo de diario visceral donde te voy relatando mi avance en modo alumna.



Las impresiones iniciales sobre este instrumento las tienes en la entrada Aprender a tocar el bajo, qué aprendí en mi primera clase y, si quieres conocer o repasar qué me llevó a querer aprender a tocar el bajo eléctrico, lee el post Aprender a tocar el bajo eléctrico, mi nuevo reto: experiencia inmersiva.


Cada martes desde el 20 de septiembre 2022 voy a la Academia Let's Play de Valladolid, con mi profesor Mario Blanco Tascón (bajista de Benito Kamelas y Andrea Garcy entre otros proyectos, antes en Ecos de la Hysteria). Cuando me dijo que tenía que empezar a ensayar con el metrónomo juro que me quedé un poco asustada porque nunca lo había usado, pero las cosas a veces no son como pensamos.



EL PENTAGRAMA PARA BAJO ELÉCTRICO, SORPRESA

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Ensayando, y sí: voy en zapatillas, diario de bloguera musical sincero hasta en las fotos jajaja

Mi cara de seriedad en la fotografía refleja muy bien ese primer sentimiento intentando acoplarme al ritmo del metrónomo, pero antes de llegar a ese momento de la fotografía que es un día después de la segunda clase del martes 27/9/2022, rebobino hacia atrás para ubicarnos.


A las 16h del martes llegaba a la 2ª clase. Nada más preparar el bajo y sentarme en la silla, mi profesor ya me fue avisando que cogiera papel y bolígrafo porque tocaba abordar bastantes cosas nuevas. Y efectivamente así fue: dibujó pentagrama en la pizarra, puso varias notas y le comenté cuáles creía que eran porque en EGB di solfeo en la asignatura de música. Sonrió con picaresca y me dijo que si había visto la clave de sol en algún sitio, y es que en verdad no estaba dibujada. También es cierto que su cara mutó rápido al gesto de sorpresa agradable porque me comentaba que ahora ya en pocos sitios se enseñaba solfeo, y que le alegraba mucho que tuviera esa base porque era interesante que lo conociera para lo que me tenía que contar.



Dibujó una clave que desconocía y es que resulta que para el bajo eléctrico no se emplea la clave de sol (la que conozco): me explicó que se utiliza la clave de fa en cuarta línea... ¡Mi cara debió de ser WTF (What the fuck?! jajaja).


Me contextualizó bien esa parte y estuvimos haciendo un ejercicio de identificación de notas en pentagrama y qué nota es cada cuerda, junto a un esquema para memorizar y facilitar con ello el aprendizaje. Tomé anotaciones que voy estudiando en casa. Cuesta un poco aún ubicar las notas, pero entiendo que con el paso del tiempo y práctica iré cogiendo mejor la identificación. Y aquí no terminaron las novedades...


HOLA METRÓNOMO MUSICAL, MI GRAN NUEVO AMIGO

Mario me preguntó si sabía lo que era un metrónomo y le comenté que sí, que tenía uno en casa heredado del abuelo materno de mi marido pero que yo jamás lo había usado. Me dijo «te va a tocar aprender a ensayar con él, y aquí empieza una relación de amor odio que ya verás». Compartió anécdotas concretas sobre composiciones musicales en las que este aparato había sido importante y decisivo. Me ayudó mucho más conocer estos datos para comprobar la utilidad.


Después me explicó el funcionamiento, basado en medir pulsaciones por minuto (PPM o si es en inglés BPM), y en qué franja me recomendaba empezar. Mi reacción inicial fue levantar las cejas y cuestionar abiertamente si sería capaz de integrarlo junto al bajo eléctrico. Pero mi profesor, que de verdad es brutalmente profesional y motivador me dijo que como se puede regular íbamos a comenzar en 40 PPM o 50 para que me diera tiempo a intercalar dedo índice con dedo medio en pulsación, coincidiendo cada vez un dedo en cada toque del metrónomo.




Nos pusimos a practicar con el bajo eléctrico a la vez, y en principio me sentía como un pato mareado -no voy a mentir- y bastante abrumada porque tenía la sensación de ser una gran torpe... ¡Me daba vergüenza! y no sé la razón. Mis dedos parecían palos, tensos, no llegando a veces a coincidir del todo en los toques del metrónomo. Para cambiar de cuerda ya fui desastre total. Pero todo a base de ensayo -y de quitarse miedos- se consigue. Mario en todo momento me dijo que era absolútamente normal y que ensayara que lo iba a lograr. Terminó la clase, recogí y le aseguré que ensayaría a fuego.


ME SIENTO SEGURA SABIENDO QUE ESTOY LLEVANDO RITMO MARCADO

Esa relación de amor odio con el metrónomo es verdad, y hay momentos en los que lo tiraría por la ventana -principalmente cuando me pierdo-, pero debo confesar que me siento muy segura escuchando su sonido porque indica cuándo pulsar y eso ayuda mucho.

El mismo martes de mi segunda clase estuve una hora ensayando en casa con el metrónomo, a 50 PPM. Después, el miércoles -el día de las fotografías de este artículo- me vi un poco más segura y decidí probar con tempo más rápido. Aumenté a 90 PPM y estuve otra hora ensayando.


El jueves me di cuenta que los dedos estaban algo más sueltos que aquel fatídico primer día de conocernos metrónomo y yo, y decidí aumentar pulsaciones poniéndolo a 120. Al principio me costó un poco pero logré adaptarme y pensé "¿qué pasa si lo pongo a tope?" y el resultado lo ves en el vídeo reel que he colgado en mi cuenta de TikTok:


Nunca pensé que en tan poco tiempo conseguiría tal evolución. Soy consciente de que me falta muchísimo en técnica, soltura, en actitud, en posiciones, en conocimiento, etc. pero comprobar que eres capaz de algo en poquito tiempo, perseverando, y que siempre creíste complicado es una sensación maravillosa.


Por cierto, el vídeo de TikTok lo grabó mi hija Nadine (7 años), y cuando terminó la grabación me dio un beso grande y me dijo «¡qué fuerte mamá, que no sabías ni coger el bajo y ahora haces eso!». Me abrazó efusivamente. Casi lloro, y de la emoción envié el vídeo a amigas, familia y también a Mario mi profesor, jajajaja. Sabe que me estoy tomando muy en serio las clases y los ensayos, y sé que como docente esforzándose con cada alumna/o le resulta motivador comprobar que el esfuerzo merece la pena. Al final hemos creado un ambiente enriquecedor y altamente productivo. Deseando que llegue la tercera clase. Te contaré todo aquí, te espero.



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